En estos días se está hablando mucho sobre el suministro de aceite de girasol puesto que Ucrania es uno de los máximos proveedores que tenemos y mucha gente nos pregunta si el aceite de oliva virgen extra es un buen sustituto.
La falta de reservas de este producto y la subida de su precio hacen replantearse por otra solución, la cual implicaría un cambio de etiquetado del producto (en el caso de utilizar otro aceite), variación en los aspectos organolépticos y, entre otros, una variación de su precio.
¿Es el aceite de oliva refinado la solución? No
Desgraciadamente, la situación actual en que vivimos ha hecho encarecer este aceite de girasol y, para buscar soluciones, se opta por un aceite de oliva refinado, un aceite que tenga un punto de humo más largo, es decir que humee más tarde y esto en cuanto a hacer grandes cantidades de producto es importante.
La industria siempre mira de ofrecer un producto más barato sin mirar si la población tiene riesgo a sufrir obesidad, problemas cardiovasculares, etc.
Se trata de ofrecer un producto a gusto del consumidor y más económico. Pero esto no siempre es una buena decisión.
Aceite de oliva virgen extra para freír
Sabemos por numerosos estudios, que el aceite de oliva virgen extra tiene múltiples beneficios para la salud.
Lo denominan oro líquido y no le falta razón en este sobrenombre.
¿Pero qué hay de los fritos? ¿Es mejor un aceite de girasol que uno de oliva virgen extra?
Por su perfil lipídico, el aceite de oliva virgen extra tiene más ácidos grasos monoinsaturados los cuales resisten mejor altas temperaturas, puesto que son más estables.
Además, el aceite de oliva virgen extra tiene más capacidad antioxidante, y evitará que los ácidos grasos se oxiden más rápidamente y la formación de radicales libres los cuales, son perjudiciales para la salud.
Por estas razones podemos decir que el aceite de oliva virgen extra es excelente tanto para consumir en crudo como para cocinar.
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El consejo de nuestra nutricionista
Como nutricionista, me pregunto si la población en general se decantaría por un producto más caro, pero con mayor calidad.
Recordad aquel olor de pan acabado de hacer cuando entras a una panadería de toda la vida, aquel pan crujiente recién salido del horno…
¿Pagarías algo más si el producto te gusta y además sabes que es bueno por tu salud?
Rotundamente, sí.
Laura Molina | Dietista-Nutricionista @lauramnutricio